martes, 19 de mayo de 2009

Reseña 2


GADEA, Carlos. La dinámica de la pos-modernidad. Revista contratiempo, (7). Buenos Aires, Argentina. Año 2004-2005.





En un articulo de la Revista contratiempo titulado “La dinámica de la pos-modernidad”, Carlos Gadea habla de la pre modernidad y modernidad. Aquí, el autor realiza un paralelo entre ambas exponiendo en primera instancia que la pre-modernidad y la modernidad poseen un determinado status conceptual, ya que Un "mundo pre-moderno" respondía (y responde) a conductas (ni siquiera entendidas como individuales) orientadas hacia el pasado, y en cuya explicación de la realidad descansan los postulados de la religión y la tradición. Para resolverse cualquier problema humano o proveniente del "mundo de la naturaleza" se apelaba a los esquemas de entendimiento y resolución alojados en la esfera de las costumbres. Y si una comunidad humana resolvía su problema de la alimentación repitiendo fórmulas arraigadas en la memoria no había por qué deslegitimar ese conocimiento adquirido. Así, el tiempo pre-moderno es cíclico, es una continua repetición de eventos, en los cuales se sustenta la dinámica de un tiempo que se re-crea.


Sin embargo, según Gadea muy diferente es un "mundo moderno", porque nació de la trasgresión de todo aquello no-moderno, "antiguo". En este mundo, la realidad es individual y social simultáneamente, y se asienta en una búsqueda constante de una eventual armonía y "orden" en el futuro: las conductas son arrojadas "hacia delante", hacia "lo que vendrá". Conductas orientadas hacia el futuro no pueden legitimarse en una búsqueda de elementos mítico-religiosos, de la repetición de fórmulas previamente ensayadas en contextos interpretados como "similares", ya que lo contingente es parte de esa aventura hacia el futuro.

No obstante, este autor agrega que contingencia y modernidad van juntas: pretendidamente exiliada, debido que la contingencia se la pretendió vencer fundamentalmente a partir de una concepción lineal-vectorizada del transcurrir del tiempo. Si la explicación de la realidad está fundamentada en la razón, en una "racionalidad teleológica", es porque se define bajo la idea de proyecto y previsibilidad, de espaldas a la contingencia según Carlos. Hay una finalidad a alcanzar, suponiendo la idea de progreso, de conquista y dominio paulatino de la naturaleza en función de obtener orden y organización de la realidad social y las relaciones sociales. Además, ¿Qué pretendía eliminar la "racionalidad teleológica"? Todo lo que había prevalecido en la pre-modernidad: la religión, el misticismo, la contingencia, la ambigüedad, la incertidumbre, lo instintivo. Para ello, el "mundo moderno" creó instituciones políticas y morales, normas de comportamiento, leyes de convivencia, mecanismos de ordenamiento social diversificados, ordenes jerárquicos diversos.

Por otra parte, Gadea expone que la dinámica de la modernidad y su racionalidad no eliminó lo que se proponía desde un proyecto histórico determinado. Al contrario, aquellos elementos permanecieron presentes, incentivando aún más sus efectos. El motor de la vida social moderna se basaría, consecuentemente, en los "efectos contingentes", en un proceso de complejizarían de su universo socio-cultural. Lo no previsible, lo no planeado, el principio de incertidumbre, comenzaban a pautar una vida moderna de "pluralidad de valores", contradicciones, ambigüedades, "mezcla de elementos" (hibridaciones), la "no síntesis" de cuestiones opuestas. Ante la irreversibilidad de estas imágenes, lo moderno tuvo que redefinirse constantemente, teniendo en cuenta, inclusive, los reiterados gestos de crítica y cuestionamientos que surgían desde su propio interior y dinámica.

Por esto, según el escritor varios comenzaron a hablar de su eventual crisis y, así, de algo que prefiguraría una multiplicidad de realidades (y explicaciones de ellas) bajo el nombre de pos-modernidad. Ya que, Resulta difícil asumir la pos-modernidad con un determinado status conceptual. Así parece advertirse cuando el conjunto de categorías propias debe entrar en un juego de espejos con lo que se entiende por modernidad, ya que la pos-modernidad es definible, siempre, en función de su alejamiento y distinción de ella. Es como decir que se afirma negando, y difícilmente argumentando lo que, en definitiva, sí definiría sus contornos hermenéuticos.

Esta dificultad es propia de su condicionalidad socio-histórica y, concretamente, empírica. Como se ha visto anteriormente, lo pos-moderno no puede ser un concepto en sí mismo, sino una categoría que trata sobre las formas concretas de las sociabilidades, por lo que adquiere conceptualización como "fenómeno" al describir lo que se expresa en las interacciones sociales, tornándose concepto, en todo caso, al tomar contacto con lo que observa y describe. De todas maneras, puede entenderse lo pos-moderno como un conjunto de categorías analíticas nómadas y de sensibilidades "otras" a las que fueron prevaleciendo durante la dinámica de la modernidad. Consistiría, por lo tanto, en una perspectiva o categoría analítica que permite entender la saturación y pérdida de sentido y legitimidad de una epísteme, así como comprender el precario momento socio-histórico en el que lo moderno tiene dificultades para re-crearse, mientras aparecen nuevos elementos empíricos y discusiones en oposición a sus presuntos postulados.

Al mismo tiempo, Carlos Gadea habla de la pos- modernidad, referida por él como especie una de sociológica de lo cotidiano como marco temporal el presente, lo vivido, el "estar viviendo". Diciendo que ésta es un transcurrir temporal, sin necesarios determinismos pasados ni perspectivismos futuristas, lo que materializa una condición pos-moderna, al acentuar el hecho de que no se debe buscar otra vida detrás de la que se deja ver y vivir, y recordando que lo único real es lo fenomenal.
Y esto es lo que justamente, fundamenta la nebulosa epistemológica que va desde el pragmatismo, la fenomenología y la etnometodología, hasta el interaccionismo y una sociología de la vida cotidiana. Lo pos-moderno parece fiel al espíritu simmeliano, al encarar un análisis de las formas sociales, es decir, de las sociabilidades, de los procesos tensos de interacción entre sujetos e instituciones, de reglas sociales e intersubjetividad. Se trata de una mirada "de lo que es", de lo que está próximo, de resaltar los fragmentos de lo social, esas "situaciones mínimas" y supuestas banalidades que resultan lo fundamental de la experiencia individual y social.

Además, el tiempo pos-moderno no tiene forma. No responde a la previsibilidad de la modernidad, ni al retorno cíclico de acontecimientos de la pre-modernidad. Desconfía del pasado, al ser una construcción parcial de una historia excluyente, y niega la posibilidad de un tiempo futuro, a no ser que se lo considere simple prolongación de un presente expandible en el mero acontecer o devenir. Y dicho presente es el que genera los otros tiempos, ya sea como ilusión (el futuro) o como nostalgia (el pasado). Su presenteísmo constituyente nos habla de la posibilidad de la simultaneidad de acontecimientos. También de una capacidad por reconstruir historicidades parciales para confrontarlas y mezclarlas, sin presuntos marcos jerárquicos que determinen escalas valorativas entre qué sería lo central y qué lo periférico, qué lo importante y qué lo accesorio. En absoluto se trata de una eliminación del tiempo a través del presente, sino salirse de él y de los demás que él crea y hace posible aparecer (como ilusión o nostalgia).

Por último, Gadea concluye exponiendo que en la pos-modernidad todas las historias se encuentran, se confrontan, se reconocen, se entienden como una especie de manierismo social. Lo pos-moderno es una gran cita de lo que ha sido, lo que podría haber sido, lo que igual fue, lo que es. Por eso, América Latina vivencia su pos-modernidad en esta gran cita donde sus identificaciones socio-culturales e históricas están presentes, una a una, detrás de cada institución, expresión cultural, rincón geográfico, mezcla de modernidad organizadora y pre-modernidad subterránea. Pos-modernidad como analogía a la convivencia de lo moderno con lo que pretendió anular y excluir, que ahora reaparece como parte de su propia dinámica, aunque corroyéndola.
Y la aceleración de la vivencia del tiempo se incrementó todavía más para lo pos-moderno. Esto es lo que permite una decodificación de lo social que prefiere hablar de sociabilidad y socialización en vez de sociedad, de movimiento social en lugar de clase social. Situaciones pos-modernas son aquellas que aprenden a vivir con la vivencia de lo efímero, la aceleración, el cambio constante. Aparentemente, la tensión del moderno Baudelaire del siglo XIX ya no resulta característica de las tensiones propias de las sociabilidades definibles como pos-modernas.

En resumidas cuentas, se puede decir que la dinámica de la pos-modernidad, Supone una actitud que, sin dejar de ser en cierto sentido política, toma forma en los impulsos de liberación en contra de algunas tendencias. La dinámica de la pos-modernidad representa actualmente, una tendencia hacia la liberación, a la ruptura con aquellos dispositivos político-sociales que canalizan sus esfuerzos en cada vez más ir avanzando hacia la institucionalización de formas y comportamientos sociales, reglamentos morales y estéticas y ordenes que asumen como valor universal algo que en absoluto puede considerarse de esta forma. Estos impulsos de liberación son de cierta manera, sinónimos de aquellos que se dieron cita bajo la dinámica de la modernidad. Sin embargo, lo pos-moderno posee un paradigma diferente, ya que parte de ciertas premisas críticas particulares, tal cual como explicitó Carlos Gadea, estas constituyen una especie de laboratorio social indiferente a las grandes maquinarias institucionales totalmente vinculadas y orientadas hacia el futuro.

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